Riesgo de cárcel: hablar de criptomonedas con los enemigos de Estados Unidos

La estrategia de aplicar sanciones en aquellos países con los que existen fuertes diferencias políticas es de larga data en los Estados Unidos. Su ejecución tocó ahora a un desarrollador del criptoecosistema, el estadounidense Virgil Griffith, de 36 años, quien tras asistir a una conferencia de criptomonedas en Pyongyang, Corea del Norte, fue detenido por el FBI y acusado de colaborar con el régimen de Kim Jong-un.

El arresto marca un antes y un después sobre qué tanto debe relacionarse un desarrollador con países marcados por los Estados Unidos, que son considerados como enemigos políticos y que en teoría pueden poner en riesgo su seguridad nacional.

Lo ocurrido con el miembro de la Fundación Ethereum sienta un precedente que podría generar incertidumbre, temor entre las empresas y los programadores del ecosistema de las criptomonedas, ya que lo pensarían dos o tres veces si reciben invitaciones para participar en eventos sobre tecnologías blockchains en Corea del Norte, pero también en Rusia, Venezuela, China o Irán.

Entonces surge la interrogante ¿habrá nuevos arrestos? El punto es que los Estados Unidos mostró su músculo con el despliegue de diferentes entidades, desde el Departamento de Estado, el Departamento de Justicia, hasta el Buró Federal de Investigaciones (FBI) para dar con Griffith en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles.

Amigo del enemigo

Este despliegue para detener a un conciudadano envía un mensaje claro y fuerte: aunque seas estadounidense, pero si eres amigo de nuestros enemigos, entonces también eres nuestro enemigo y vamos a ir por ti tarde o temprano.

Ahora el programador enfrenta una sentencia máxima de 20 años de cárcel por participar en la conferencia blockchain con lo que se generan más dudas que respuestas.

¿Qué ocurriría si alguien de una empresa estadounidense ofrece asesoría sobre criptomonedas o desarrollo blockchain a Rusia, Venezuela, China o Irán?, ¿podría correr con la misma suerte?, ¿están en posición las compañías internacionales de poner en riesgo a su personal o sus negocios por ayudar a gobiernos que no son amigables con los Estados Unidos? ¿Pesa más la política internacional que la información que pueda manejar una persona?

En el caso de Venezuela incluso existe una Ley con sanciones a ciudadanos estadounidenses que faciliten tecnología al gobierno del país petrolero por respaldar al Petro como proyecto de criptomoneda, lo que habla del interés que tienen las autoridades de Estados Unidos de bloquear cualquier iniciativa de desarrollo sobre este campo en países sancionados. Se trata de un lineamiento de tolerancia cero, no importa si el país está en el continente americano, Asia o Europa.

El problema sube de tono cuando los condicionamientos políticos o las sanciones pudieran restringir el desarrollo de la tecnología, algo que no ha tocado abiertamente a las  criptomonedas ya que sus avances no se han detenido, en su mayoría, en más de 10 años desde la aparición de Bitcoin.

Información pública

Vitalik Buterin, cofundador de Ethereum, salió en defensa de Griffith a quien catalogó como su amigo. También explicó, a diferencia de lo dicho por el Departamento de Justicia, que el desarrollador “entregó una presentación basada en información disponible públicamente sobre software de código abierto” y no hubo nada de tutoría avanzada.

El programador de origen ruso es de los que que piensa que en este tipo de situaciones los Estados Unidos deben demostrar fortaleza y no debilidad para centrarse en luchar contra la corrupción genuina, y no ir detrás de entusiastas de las criptomonedas que repiten información pública.

Lo cierto es que hoy se trata de Griffith por su visita a Corea del Norte, pero no hay nada que garantice que no se produzcan otras detenciones por situaciones similares en el futuro. Esto tomando en consideración que se trata de Estados Unidos, la primera economía del planeta, la cual puede activar sus mecanismos y todas sus influencias para condenar estos acercamientos con sus enemigos políticos.

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