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Es la adopción la que está forzando al reconocimiento de bitcoin.
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En medio de la aceptación hay un fuerte interés por el control.
Son muchas las cosas que han ocurrido este 2023 en materia de regulación. Hablamos de un conjunto de hechos que están ayudando a reconfigurar la posición del ecosistema de bitcoin (BTC) en todo el mundo.
En los últimos meses prácticamente todas las regiones del planeta han estado activas evaluando y emitiendo leyes. Las más emblemáticas son la aprobación del Reglamento para el Mercado de Criptoactivos (MiCA) en la Unión Europea, y de la Ley de Mercados y Servicios Financieros (FSMB) en Reino Unido.
Entre tanto, demandas en contra de empresas del sector van y vienen en un país como Estados Unidos (caso de los exchanges Binance y Coinbase). El mismo lugar donde la reciente decisión de una jueza a favor de Ripple se presenta como una victoria parcial para la comunidad de las criptomonedas.
Todo ocurre en medio de una lucha contra las acciones que lleva a cabo la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. (SEC), dirigida por Gary Gensler.

¿Cómo podemos evaluar todo esto? A primera vista el panorama luce contradictorio, a la luz del contraste entre los países que parecen ser más permisivos con las criptomonedas y aquellos que se presentan como más restrictivos. Podemos identificar así dos tendencias muy marcadas que se contradicen entre sí mediante una serie de propuestas regulatorias que oscilan entre un lado y otro.
Las restricciones en EE. UU., reflejo de un enfrentamiento político
El hecho de que Estados Unidos se encuentre entre aquellos países que están marcando una pauta restrictiva parece insólito. Aunque el panorama no es homogéneo, porque hay sectores dentro de las autoridades del mismo país que se oponen a una arremetida que está generando la migración de empresas del sector de las criptomonedas a otros lados del orbe (sobre todo a Europa), en lo que se conoce como arbitraje regulatorio.
En ese sentido, no podemos olvidar que este tema de la regulación de bitcoin se halla en medio de fuertes luchas internas en EE. UU. Pugnas que, al mismo tiempo, son un reflejo de la batalla presente entre demócratas y republicanos. Se trata de un enfrentamiento que arreció en el gobierno de Donald Trump y que no ha mermado durante este mandato de Joe Biden. La lucha pone en evidencia la polaridad política desatada en EE. UU.
Si a lo anterior le sumamos que Estados Unidos sigue siendo uno de los países con mayor cantidad de usuarios de criptomonedas, se hace comprensible que los aspirantes a la presidencia tengan a bitcoin como bandera para su campaña. Es lo que está haciendo Robert Kennedy Jr. con su promesa de fortalecer al dólar estadounidense a través de la primera de las criptomonedas.

Hay que tomar en cuenta, asimismo, que al ser Estados Unidos el emisor de la moneda nacional con más uso en el mundo, no será fácil que permita que otra divisa (y menos una criptomoneda) cobre esa misma importancia. Probablemente es el miedo a perder esa dominancia que ejerce a nivel global la que los pone más a la defensiva.
El impulso de abajo hacia arriba: la adopción ascendente de Europa
Fuera de Estados Unidos hay otra tendencia, una más abierta al ecosistema que también está marcando pauta.
Y es que por más que los gobiernos han intentado ignorar o cerrar el paso al ecosistema de bitcoin, el sector ha terminado por imponerse. Lo hace empujado de abajo hacia arriba, gracias al creciente interés de la gente por las criptomonedas.
Lo demuestran las cifras de adopción. Esta semana, por ejemplo, se presentaron estudios como el realizado por CoinMaketCap, indicando que justamente el país donde actualmente se están dando más ataques contra el sector es el mismo que tiene la mayor cantidad de usuarios interesados por las criptomonedas. Es Estados Unidos el que ejerce el liderazgo en cuanto a la cantidad de personas más involucradas con este ecosistema.
Las estadísticas hablan además de un gran interés por bitcoin por parte de los europeos. Pero, a diferencia de lo que hacen las autoridades de Estados Unidos, en Europa la postura es más amigable. Vemos aquí cómo el impulso de la adopción ejerce más presión en los gobiernos y hasta en sectores tan escépticos y renuentes como el bancario.
Es en este panorama donde se anuncia, el 19 de julio pasado, la aprobación de una licencia para operar con criptomonedas para Forge, la plataforma de comercialización de bitcoin (BTC) y criptomonedas del banco Société Genérale (SG) de Francia.
La institución financiera se convierte así en el primer proveedor de criptomonedas con licencia completa en el país, con derecho a custodiar activos digitales, a comprarlos y venderlos a cambio de la moneda de curso legal y a comerciar con ellos.

El otorgamiento de esta licencia muestra además cómo los bancos han venido poco a poco integrándose a un sector antes les parecía muy cuestionable, aunque lo hacen forzados por el entorno. Tal como lo ha reportado CriptoNoticias, son sus clientes institucionales los que piden la oferta de servicios con criptomonedas y es la necesidad de adaptarse para sobrevivir la que los está llevando a esta integración.
A pesar de ello se trata de un paso significativo, sobre todo si tomamos en cuenta que Francia forma parte de la Unión Europea. Hablamos de uno de los 27 países del bloque donde entrará en vigencia MiCA a partir de 2024. Por tanto, la licencia que se le otorga a este banco, uno de los más importantes de la región, probablemente se mantenga vigente con MiCA.
Forge y Société Genérale serían entonces una de las primeras entidades financieras tradicionales que entrarían en el registro de proveedores de servicios que se abrirá en la eurozona, tal como lo exige el reglamento.
Estamos así en el otro polo regulatorio, aquel donde bitcoin es reconocido y donde las élites políticas y financieras se ven casi obligadas a aceptarlo, al mismo tiempo que intentan controlarlo con exigencias semejantes a las que se hacen a las empresas de finanzas tradicionales.
Este es el escenario hasta ahora. Quedan aún por ver cuáles serán las repercusiones de esta postura de “apertura forzada”, una vez la nueva ley entre en vigencia.